Según el origen de la financiación, ésta puede ser propia o ajena. La financiación propia está constituida por aquellos fondos que posee la persona emprendedora (ahorros, patrimonio), y no siempre es la mejor opción para la financiación de una empresa.
Cuando los fondos propios no son suficientes para financiar tu proyecto, se puede optar por la financiación ajena, acudiendo a diferentes organismos y entidades del mercado financiero.