Los problemas lo mismo en la empresa que en la vida, surgen a diario. Pero estos no surgen de manera espontánea e inesperadamente. Por tanto, detectar y aislar los primeros síntomas es fundamental para resolverlos. No obstante, lo habitual es detectar el problema una vez que este ha adquirido dimensiones mayores y ha pasado por una serie de fases o etapas. Detectar un problema en las fases más tempranas ayuda a resolverlo de mejor manera, por ello, es oportuno conocer las diferentes fases por la que se desarrolla un problema desde que este se inicia.
- Primeros síntomas. Son señales evidentes (primeras pérdidas, primeras quejas de clientes…) a las que debemos prestar atención y no confiar en que se solucionaran solas.
- Lo que comenzó con algunas quejas, se convierte en verdaderos obstáculos para el funcionamiento diario de la empresa.
- Detección. Tras la toma de conciencia de que las complicaciones comprometen seriamente el funcionamiento de la empresa, ha llegado el momento de detectar el origen del problema y saber dónde está el núcleo del mismo.
- Diagnóstico. Tras el diagnostico del problema, es el momento de pensar en su solución y en los recursos (económicos, humanos, estratégicos…) que habrás de movilizar para hacerlo, así como en la planificación necesaria para la puesta en marcha de las medidas oportunas.
- Ha llegado el momento de pasar a la acción. Las medidas a tomar serán más eficientes cuanto más tempranamente se tomen.
- Control. Superado el problema, es conveniente adoptar medidas de control para evitar en lo posible la reproducción del problema.