Javier González de Lara, Presidente de CEA
30 de marzo de 2020. A lo largo de los años, desde la Confederación de Empresarios de Andalucía hemos venido argumentando reiteradamente que la empresa era y es la solución a muchos de los grandes problemas con los que convive nuestra sociedad, como la desigualdad y el desempleo.
La actual crisis sanitaria provocada por el Covid-19 va a incrementar, sin duda, estos problemas generando más desigualdad y desempleo. Es cierto que estamos ante una crisis temporal, aunque desconocemos cuándo finalizará; y también, que es una crisis absolutamente inédita en nuestra historia, por lo que es mucho más lo que vamos a aprender que lo que hayamos podido prever.
En todo caso, sí tenemos algunas certezas que prudentemente conviene tener en consideración:
La primera, que por muy grave que sea la crisis económica, lo más importante e inmediato en estos momentos es la lucha contra la enfermedad. Sólo la victoria sobre la misma nos permitirá recuperar la confianza necesaria para continuar con una economía activa y moderna. La segunda, que es mucho más eficaz mantener la actividad de las empresas que tener que empezar de cero. Y, en tercer lugar, que sólo será posible la recuperación social y económica a través del estímulo de nuestra economía, y por tanto, de nuestras empresas.
Bajo estas ideas, la prioridad inmediata debe ser, como señalábamos antes, la lucha contra la enfermedad y no distraer ningún esfuerzo sobre ello. Una lucha a la que tampoco son ajenas las empresas, y no sólo las sanitarias, que están en primera línea de batalla, sino también tantas otras que están facilitando mecanismos responsables de prevención o un nivel de servicios básicos, como la alimentación, la logística o la prestación farmacéutica, que son esenciales para la convivencia pacífica en estos momentos. Y junto a ello, el ejemplo admirable de solidaridad de grandes, medianas o pequeñas empresas que, como tantos autónomos, se están volcando en ofrecer su ayuda de tantas formas distintas.
La segunda clave que indicaba era tratar de mantener la actividad de las empresas, para lo cual la agilización de la figura de los ERTE resulta positiva y, por supuesto, mucho menos dramática que los ERES extintivos, que las empresas podrían instar masivamente dada no sólo la situación actual, sino las previsiones de futuro.
Un mantenimiento de la actividad que también se logrará facilitando liquidez a las compañías, bien mediante la financiación necesaria o a través de la supresión de costes fiscales y sociales, en muchos casos ahora mismo inasumibles.
Finalmente, la tercera clave será el estímulo a nuestra economía para que las empresas puedan volver a los mercados, generando empleo y actividad económica. Estímulos que hay que comenzar a planificar, porque van a ser realmente importantes: normativos, fiscales y sociales, sobre la convicción de que, ahora más que nunca, la empresa es la solución.