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Variedad en las formas jurídicas a la hora de emprender

Actualmente, existe una gran variedad de formas jurídicas que pueden elegirse al iniciar un proyecto empresarial.

Dentro de la gran variedad, en mi opinión se puede resumir principalmente en dos.

A. Empresario Individual o Autónomo. Recomendable cuando es una sola persona quien va a crear la empresa.

B. Grupo de empresarios con una personalidad jurídica: Sociedad Mercantil. Cuando son varios emprendedores los que van a crear el negocio

Una vez elegido una forma, se puede cambiar más adelante por otra. Si bien, siempre será más fácil cambiar de empresario individual a sociedad que al revés. Sobre todo, si la sociedad se constituyó con varios socios donde tendrán que ponerse todos de acuerdo para la disolución o marcha de uno de ellos. Aun así, se puede hacer.

Una de las diferencias que suele destacarse entre autónomo y sociedad generalmente es limitar la responsabilidad patrimonial. Si bien, un autónomo responde de sus deudas con sus bienes privados presentes y futuros. Estén o no adscritos al negocio. Las sociedades de responsabilidad limitada (Sociedad Limitada y Sociedad Anónima normalmente) responden sólo con los bienes aportados a la sociedad.

Muchos empresarios eligen la forma de Sociedad Limitada precisamente por este motivo. En la práctica, esto se diluye fácilmente. Sobre todo con las entidades financieras que conscientes de ello, os harán firmar los créditos a la sociedad con garantías personales. Es decir, si la sociedad falla en sus deudas, irán contra los socios los cuales responderán con sus bienes privados.

Si estimáis que los primeros años del negocio van a ser de bajos beneficios, mejor elegir la forma de empresario individual. Pagaréis menos impuestos que siendo una sociedad.

Los tipos de gravamen suelen cambiar cada cierto número de años. Vuestro asesor fiscal os informará cuando es más interesante constituir una sociedad o darse de alta como empresario individual desde el punto de vista fiscal.

Otro aspecto a tener en cuenta es la simplicidad de administración. No ya al constituir la empresa sino también en el día a día. Es mucho más sencilla la administración de un empresario individual que la de una sociedad:

• Si tu negocio es pequeño aun, no necesitas llevar libros de contabilidad general. Bastará con un registro de facturas de ingresos y gastos.

• No hay que preparar cuentas anuales ni actas de reuniones de socios o preocuparse del régimen jurídico de los administradores como ocurre en las sociedades.

• Simplicidad también en las liquidaciones de impuestos

Para llevarlo todo conforme a las normas, probablemente decidiréis subcontratar a un asesor y cuide de todo esto. Pero también el asesor os pasará el recibo en función de las horas de trabajo necesarias y su complejidad. En definitiva, os cobrará más como sociedad que como autónomo.

En resumen, si se trata de comenzar con un negocio pequeño, mejor la forma de empresario individual. Si el negocio crece, puedes pasar a sociedad mercantil en cualquier momento.

Si el negocio comienza con varias personas (familiar o profesional), mejor una sociedad desde el principio.

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