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De Start up a Scale up

Empecemos por definir exactamente qué entendemos por Start up y Scale up.

Una startup podría definirse como una empresa de nueva creación que presenta unas grandes posibilidades de crecimiento y, en ocasiones, un modelo de negocio escalable. Por otro lado, cuando la facturación de las startups crece un 20% anual durante más de tres periodos seguidos o alcanzan más de un millón de euros en financiación se habla de Scale up. Las Scale up son aquellas empresas que iniciaron su actividad como start up pero que tienen la intención de expandirse, de alcanzar nuevos mercados, nuevos clientes y mejorar sus productos para hacerlos modernos e innovadores.

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En los últimos años hemos visto aumentar lo que denominamos el “ecosistema emprendedor” de una manera sorprendente. Incubadoras, aceleradoras, universidades con sus propios departamentos emprendimiento, escuelas de negocios, gobiernos en todos sus niveles que desarrollan programas de apoyo para la creación de nuevos proyectos, empresas nacionales y multinacionales que enfocan recursos para promover a los emprendedores a través de sus propios programas o concursos…

 

El dilema que nos toca resolver es si vale la pena enfocar todos los recursos masivamente hacia los start ups, muchos de los cuales alcanzarán un nivel de desarrollo interesante y muchos de los cuales no lograrán superar los cinco años de vida, o prestarle algo más de atención a aquellas empresas que han demostrado ya tener gran potencial y sólo hace falta nuevas herramientas para alcanzarlo rápidamente.

 

Se trata de dirigir los esfuerzos no sólo a quienes están creando nuevas empresas sino también a quienes, ya habiendo dado con éxito esos primeros pasos, están hoy en condiciones de “escalar” a una nueva categoría desde la que tendrán un verdadero impacto en el desarrollo de la economía.

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