Vanessa Muñoz Pineda
Ella no quisiera conocer más techos de cristal que los que, con sumo esmero y dedicación, pueda producir Hispabaño. Se sabe en una sociedad en construcción, incompleta; en evolución hacia una igualdad entre mujeres y hombres por la que el talento no tiene género. Nació con el gen emprendedor y trae de serie la pasión por su trabajo.
En sus propias palabras, ¿quién es Vanessa Muñoz Pineda y qué ofrece a los andaluces Hispabaño S.L?
Vanessa Muñoz es una mujer de 42 años, madre de tres hijos. Mi pasión es el mundo de la empresa, pero quiero un mundo empresarial en igualdad, sin brechas de género. Trabajo y animo a otros a trabajar por un mundo mejor para nuestros hijos e hijas. Soy emprendedora por vocación, formada en Derecho. Empresaria en segunda generación en una empresa familiar dedicada al sector del baño, en el área industrial. Fundadora de dos proyectos paralelos en el mismo sector: uno dedicado a la fabricación de producto para el sector contract y otro de reforma e interiorismo del baño para el particular. Miembro activo durante más de diez años de las Juntas Directivas de AJE Sevilla (Jóvenes Empresarios) y más de quince años en ES (Mujeres Empresarias Sevillanas), que actualmente presido. Miembro del Comité Ejecutivo de la Confederación de Empresarios de Sevilla (CES), del Pleno de la Cámara de Comercio de Sevilla, y del Consejo Económico y Social de Sevilla. Una persona activa y creativa, autodidacta de todos los temas relativos a la empresa, y muy comprometida con la realidad que nos rodea, especialmente con el mundo de la mujer-familia-empresa.
Hispabaño es un proyecto empresarial y, al tiempo, una historia familiar…
Como fábrica, Hispabaño es la evolución de un pequeño taller de carpintería metálica creado por mi padre, José Antonio Muñoz, allá por los años 80. Empresario hecho a sí mismo, con gran instinto para detectar oportunidades y con ambición por crecer personal y profesionalmente, en el año 95 decide dar el salto a la fabricación de monoproducto como respuesta a la tendencia del mercado. Como empresaria, Vanessa aparece en escena en el año 2000, con 20 años, cuando, aún siendo estudiante de Derecho, decido dar un paso al frente y aportar mi granito de arena a la empresa familiar, -algo que siempre me había generado gran interés-, creando otra empresa más para el grupo, aportando mi trabajo y acompañada por mi marido, entonces mi novio. Desde ahí, muchísimo trabajo y esfuerzo, años de formación, reglada y experiencial hasta que, a partir del año 2014, me incorporo de lleno a la dirección del grupo de empresas familiar, conviviendo hasta hoy con la primera generación.
¿Identificas tu mayor fortaleza como empresaria?
Mi mayor fortaleza es sin duda el amor a mi trabajo. Amo lo que hago: crear, dirigir, gestionar. Creo firmemente en lo que hago: poner mi talento al servicio de la sociedad. Y he aprendido a hacerlo en un entorno agradable y motivador, rodeándome de un buen equipo profesional y personal.
Los apoyos, las alianzas, apuntalan el talento emprendedor. ¿Quiénes han sido tus mayores cómplices?
En primer lugar, el apoyo incondicional de mi familia, -mis padres, mi marido-, ha sido un factor imprescindible para mi desarrollo como empresaria. Disponer de un equipo de personas comprometidas, que te respetan y creen en tu proyecto también es importante. Y algo fundamental para mí ha sido el asociacionismo. Pertenecer a organizaciones empresariales desde tan jovencita me ha permitido aprender mucho de otros empresarios, me ha proporcionado contactos y ha puesto el nombre de mi empresa en el mapa de Sevilla, además de haberme aportado un crecimiento personal que no hubiera conseguido de ninguna otra manera. Tendré siempre en mi corazón a presidentes y presidentas de organizaciones empresariales que, por nuestra relación de cercanía, han marcado mi camino, como es el caso de David Alva, Susana López, Ana Alonso, Ana Llopis y Miguel Rus. De todos y cada uno de ellos guardo algún consejo, alguna ayuda; algún gesto que ha arrojado luz a mi camino como empresaria y, sobre todo, que en algún momento han creído en mí y me han dado oportunidades para crecer.
Y, junto a estos aliados, ¿a qué empresas admira y de qué firmas sigue aprendiendo Hispabaño?
Siempre me gusta mirarme en el espejo de los que son mejores que yo. Y podríamos decir que “les copio” en su proceder. Así, sin más. Aquellas empresas de mi sector que son mayores y mejores que la mía son mi más fiable estudio de mercado. Sigo sus tendencias, sus maniobras, sus orientaciones. Fabricantes de mamparas como Profiltek, Duscholux o Doccia son, en definitiva, mi inspiración. También sigo de cerca los pasos de empresas de las que, aun siendo de otros sectores, me gusta su forma de hacer las cosas, su cultura de empresa o sus resultados. ¿Por qué no? Un ejemplo de empresa andaluza que me encanta es Cosentino.
Dentro de su sector, ¿en qué marca la diferencia Hispabaño?
Hispabaño tiene corazón. Me ha costado muchos años descubrir por qué somos diferentes, pero ahora lo tengo claro: Hispabaño es una pyme familiar, donde cada detalle es cuidado con esmero y atendido como si no hubiera otro asunto, uno a uno. Calidad, personalización, excelencia; somos muy exigentes con nosotros mismos y eso se refleja en nuestro producto y en nuestra forma de dar respuesta al cliente. Somos diferentes en eso: en lo que hay detrás de cada una de nuestras mamparas.
La Sostenibilidad es futuro para la empresa andaluza. ¿Cómo hacéis vuestros los ODS en el día a día?
Hace más de diez años que Hispabaño está certificada en ISO 14000, por lo que, para nosotros, trabajar de forma sostenible como lo entendemos hoy día no es ninguna novedad. Nuestra huella de carbono es prácticamente nula y cada año marcamos un objetivo ambiental que mejorar. Pequeños pasos, pero que aportan nuestro granito de arena a este gran proyecto mundial de la Agenda 2030.
Aún presente, la pandemia ha sido un punto de inflexión. ¿Cómo ha sido vuestra vivencia?
La pandemia ha marcado un antes y un después en la historia de nuestra empresa. Jamás nos habríamos imaginado con las máquinas paradas al 100% y las puertas cerradas. Fue un golpe muy duro ver cómo nuestro mercado, tan cercano a la construcción, por un lado, y tan afectado por no poder intervenir e instalar en los hogares, caía más de un 90% en tres días, y que cuando esperábamos su reactivación, solo lo consiguiéramos en un 30%. Han sido dos años muy difíciles, de rediseño de estrategia, de cambio de modelo de negocio; de modificación de procesos productivos y de digitalización. Todo ello anhelando una recuperación que nunca termina de llegar, y penosamente, no por problemas de mercado, sino por coyuntura, como fiscalidad, reformas laborales imposibles, problemas políticos ajenos que causan desabastecimiento y subidas de hasta un 40% de coste de materia prima… Asuntos sobre los que una pyme no puede hacer nada, pero que lastran enormemente una recuperación trabajada y merecida, pero no conseguida aún. Por sacar algo bueno de todo esto, diré que hemos aprendido a conocernos mucho mejor como negocio, a analizar profundamente cada paso que damos y a reaccionar rápido y de forma contundente ante los imprevistos.
En esta fase de la recuperación, ¿cuál es tu deseo para la economía andaluza y en qué debiéramos dar un salto?
En el tejido productivo andaluz, nuestra debilidad es a la vez nuestra fortaleza. Contamos con un tejido empresarial, en su mayoría pymes, inigualable. Unidos, coordinados, con una capacidad de creación nata. Tenemos la mejor hostelería, el mejor sector turístico, las mejores explotaciones agrícolas y ganaderas, grandes espacios industriales, envidiada industria cultural, fuertes empresas tecnológicas, pero no somos capaces de ponernos suficientemente en valor. Mi deseo, y por lo que trabajo día a día, es por un sector empresarial unido y visible; y por rescatar de la sombra a ese 33% de empresas andaluzas dirigidas y gestionadas por mujeres. Solo visibilizando el talento y el volumen de nuestro tejido productivo conseguiremos que en esta sociedad se nos dé a los empresarios y empresarias el sitio que merecemos y se nos tenga realmente en cuenta como motor de progreso y palanca de impulso de la economía.