Muchos autónomos requieren de avales para realizar su actividad profesional. De hecho, se trata de un instrumento imprescindible para la labor de muchos de ellos cuando presentan una oferta o proyecto, pues el aval representa la garantía de que el profesional responderá de sus obligaciones de pago o contractuales. Sin embargo, no todos los avales que existen en el mercado son iguales. Existe una amplia variedad que es preciso conocer para elegir el que más se adapta a nuestras necesidades. Pasamos a desgranar los más importantes y explicamos para qué se aplica cada uno de ellos.
Diferencia entre avales técnicos y financieros
La primera gran diferenciación se establece entre avales técnicos y avales financieros (también llamados económicos). Los primeros son un producto que garantiza que el profesional cumplirá con las obligaciones contractuales adquiridas, por ejemplo, entregar una obra terminada a tiempo, sin sobrecostes ni desviaciones, en el caso de una compañía de construcción. En cambio, los financieros garantizan la consecución de las obligaciones económicas.
Una de las principales ventajas del aval técnico es que no obliga al profesional a inmovilizar capital o garantías patrimoniales. Además, su coste es similar al de un seguro de caución,aunque hay que tener en cuenta que se suelen aplicar comisiones de apertura, estudio y mantenimiento, si corresponde.
En cambio, los avales financieros o económicos son un instrumento que garantiza que el profesional va a devolver el dinero solicitado a una entidad financiera en forma de crédito o préstamo. Se utilizan para facilitar el acceso de pymes y autónomos a la financiación bancaria, evitando que estos se vean obligados a avalar con el patrimonio personal. No se aplican intereses, pero sí se cobran la comisión de aceptación del aval y los gastos de estudio. Como contrapartida, se utilizan para negociar mejores condiciones del banco en términos de plazos y tipos de interés.
Dentro de los avales financieros, existen avales para varios tipos de productos:
Préstamo circulante: como su nombre indica, ofrece dinero inmediato para necesidades de financiación a corto plazo, como pago de nóminas o pago a proveedores (no suele emplearse para grandes cantidades de dinero).
Préstamo de inversión: se trata de avales para préstamos destinados a invertir en el negocio (lo que se conoce como CAPEX en el mundo de la inversión). Se puede destinar el dinero a la compra de maquinaria nueva, a la internacionalización de la compañía, a la ampliación del negocio, etc.
Póliza de crédito: consiste en un producto para que los autónomos y pymes puedan afrontar necesidades puntuales de capital. Una vez contratada una póliza de crédito, el cliente puede acceder a él si lo necesita o dejarlo sin tocar como si de una hucha se tratase, en caso contrario. Funciona de manera similar a una línea de financiación y tiene un plazo en el que está vigente. La parte positiva es que solo se pagan intereses por el dinero que efectivamente se utiliza.
Leasing y factoring: son otras dos fórmulas de financiación. El leasing es un arrendamiento financiero (la cesión de uso de unos bienes); mientras que el factoring es la cesión de los derechos de cobro de las facturas.
Financiación de emprendedores: consiste en procedimientos de financiación habituales, pero adaptados en modos y plazos al tipo concreto de empresario que es un emprendedor, que presenta unas características específicas.
Las pymes y los autónomos pueden conseguir todos estos tipos de avales a través de ConAvalSí,plataforma web creada por las Sociedades de Garantía, donde encontrarán las mejores condiciones financieras y los plazos más largos para sus proyectos.
Fuente: Club de Emprendedores